lunes, 10 de septiembre de 2012

Vodka.


Siento vergüenza, estoy entre amigos pero de algún modo u otro siento que no encajo. No me suele pasar esto, pero ese día pasó. Aún es de día, y en la playa empieza a refrescar. No me encuentro muy bien de ánimos, pero no me siento como queriendo decirlo, no me interesa que la gente me pregunte.
Entonces llega mi amiga, con un vaso lleno de algo que no suelo beber.
Oscurece, y me termino yo el vaso por ella. Tengo hambre pero no quiero comer. Empiezo a hablar con la gente, se me pasa un poco la tontería.
Vuelve con un vaso con lo mismo, me lo termino yo. Fumo de la cachimba, empieza a hacer frío, y empiezo a sonreír. Hablo más.
Viene él, me abraza, pongo música con el móvil, lo quiero muchísimo pero no se lo digo. Tiene un vaso con lo mismo y me lo termino yo. Canto, grito las canciones, y empiezo a decir tonterías. Me empiezo a sentir genial.
Me da un vaso con lo mismo y me lo bebo a gusto. Sigo teniendo hambre pero me importa poco, ya está oscuro y todo el mundo me cae genial. Los quiero mucho a todos, y me aseguro de que lo sepan, pero él no está y no se lo digo. Hablo con gente que no conozco.
Ella es muy guapa y se lo hago saber, la quiero mucho, y está ahí conmigo junto con una desconocida, cuidando de mi. Parece que empiezo a necesitar que me cuiden. Digo tonterías. Llega un querido amigo del cual estuve enamorada hace tiempo y durante bastante tiempo y tal y como yo se lo pido me da un vaso con lo mismo, pero más cargado de lo normal. Me lo bebo. Canto. Digo tonterías. Voy a un bar a orinar y vuelvo, acompañada de mis dos amigas. 
Le veo a él por el camino. "Cállate, Luli, no digas nada, no le digas nada". Las ignoro. "¡Voy fatal!". Mierda. Sabía que debía haberme callado, pero cada vez me importaba menos. Empezaba a desvariar, y a hablar más de la cuenta, una voz dentro de mi me pedía que parase, pero yo no le hacía caso. No podía hacerle caso. 
De vuelta, veo a mi mejor amiga. La quiero, se lo digo, pero le digo que también la odio y demás cosas que no son bonitas. Ahí es cuando todo lo que digo debería no haberlo dicho. Pero él está conmigo, me abraza, y me tapa la boca de vez en cuando para que no hable, pero yo no me dejo, quiero gritarle al mundo que no me importa nada y que me siento genial. Le digo que me encanta, que me gusta su pelo, sus ojos, y que es increíble. Lo quiero mucho, pero no se lo digo, sé que no debo decirlo, aún no.

Gimme danger, little stranger.

sábado, 1 de septiembre de 2012

15.

Recuerdo que el año pasado, al cumplir 14, pedí un deseo. No suelo desear nada en mis cumpleaños, pero aquella vez me dio por ahí, y aún no he olvidado lo que pedí:
Quiero convertirme en la persona que quiero ser, de aquí a cuando cumpla 15.

Y el tiempo ha pasado volando, a una velocidad increíble, y me he vuelto a ver soplando velas. Reflexiono un momento, pienso todo lo que he hecho este año, y me doy cuenta de que cada vez me parezco más a lo que quiero ser. 

Ha sido un año en el que mi vena rebelde cada vez se ha marcado más, y, concretamente, en este verano, he sentido la libertad más que nunca. Momentos como el del 17 de Julio, en el que a la 1 de la mañana fui con una querida amiga gritándole al mar y a Algeciras entera que era feliz.

Este año ha tenido poemas, canciones, conciertos, sonrisas, y lágrimas.

Y ahora es cuando yo me pregunto a mi misma si mi seguiré evolucionando como quiero de aquí a cuando cumpla 16, o me saldré del camino. Pero dejo de preguntármelo, me gusta el presente, me tengo a mi, los tengo a ellos, a ella, y sobretodo, le tengo a él y a sus poemas. Y a sus rizos, y a sus ojos.

Soy feliz.