Me acuerdo de besos.
Besos que saben a perfume.
Perfume de mi cuello que se aferró a tu lengua
para después volver a mí por la puerta de mis labios.
La brisa del mar, el frío.
Tú y yo abrazados, refugiados de un mundo que hiela;
tu boca me habla de Nietzsche y de Marx.
Soy pequeña, muy pequeña, pero sentirte me hace grande.
Quererte era perfecto cuando te quería querer.
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