Estoy harta de intentarlo sin éxito, y me he cansado de intentar encontrar la razón por la que siempre he tenido cierto interés por alcanzar la perfección, tanto a mis propios ojos como a los de los demás. Y, sinceramente, no lo comprendo lo mire por donde lo mire. Es algo profundamente irracional e incoherente, ya que mi personalidad rechaza cualquier doctrina impuesta por la superficial sociedad en la que vivimos, sin embargo sigo anhelando ser una persona perfecta.
Aún a sabiendas de que la propia perfección es algo imposible de lograr, me desespero al ver que mis intentos son todos en vano. Es triste cuando todo lo que crees que se te da bien, todo lo que de un modo u otro te caracteriza y te hace resaltar, lo pueden hacer mil veces mejor que tú muchísimas más personas sin que les suponga esfuerzo alguno.
Llegará el día en el que sea capaz de decirme a mí misma que he perdido la batalla, que no necesito meterme en la piel de personajes que no son yo y que he creado a partir de plagiar lo mejor de las personas de mi entorno, y que es inútil continuar.
Pero es tan difícil... yo siempre me he creído especial, siempre me he creído una persona que mereciera la pena conocer, con mucho que aportar y aprender, pero sin embargo no paro de cruzarme en mi camino con versiones mejoradas de mí misma.
Ay, no sé qué hacer, no sé qué pensar. Quizá me haya dejado influenciar demasiado por mi entorno, puede que la presión de una sociedad de caras bonitas haya podido conmigo.
Esta entrada no es tan informativa como reflexiva y hasta terapéutica. Tal y como escribo, voy ordenando en mi cabeza mis pensamientos y sentimientos, ayudando a una mejor comprensión de mi propia forma de pensar, ya que tengo un caos entre sien y sien.
Empiezo a comprender que quizá no sea capaz de rendirme nunca, yo sólo quiero que me acepten, y creo que no es algo tan complicado.
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