Nadie me toma en serio, pero no me importa, yo sí que me tomo en serio. Y he estado reflexionando sobre lo que realmente merece la pena de esta vida. ¿Y si las cosas más simples, y si en esas cosas, es donde está la auténtica felicidad? A lo mejor, en un futuro, me veo sacando algo de dinero como camarera en un restaurante de carretera típico americano, con un peinado cincuentero, y con una respuesta ingeniosa para todo.
Y a lo mejor después me despiden, y decido a los pocos días, atracar el sitio de forma educada como Thelma, y huir a México con Louise.
También tengo pensado morir joven, pero no morir, fingir mi muerte, renacer de mis cenizas cual fénix. Porque, al igual que el fuego va consumiendo lentamente un cigarrillo, el tiempo nos arrebata la vida de forma lenta e imperceptible. La llama recorre la mecha hasta llegar al final y apagarse.
Pero en mi caso, al final de la mecha, hay una bomba.
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