Esta entrada va dedicada a una o dos zorras que alguna vez tuve el placer de conocer. Puede que sean más de dos.
Todos conocemos a alguna persona a la que nos encantaría meter una hostia sin piedad para que se le quite la tontería, pero tenemos que controlar nuestros instintos asesinos. Hablo de esas personitas con la hipocresía como principal ejemplo a seguir, que andan por ahí autocriticándose a ellas mismas, para que les recuerden lo guapísimas que son y lo buenas que están, por mucho que ellas lo sepan ya. No puedes venderte por ahí como si fueras una mierda con coño, si no quieres encontrarte luego cara a cara con las consecuencias. ¿Te divierte? A nosotros si que nos divierte ver cómo, ilusa, te crees una rompecorazones cuando no pasas de puta gratis. Entiendo que puedes hacer lo que te de la gana, y yo soy la primera que va por ahí diciendo que lo mejor es ser una zorra sin sentimientos. Pero si vas a ser una zorra, sé una zorra bien y con orgullo, no un órgano genital pegado al cuerpo de una chica.
Venga, huye, corre a hacerte fotos en sujetador enfrente del espejo de tu cuarto de baño para subirlas al tuenti.
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