Respiro tranquila, se serenan las tempestades de hace algún tiempo y se calma también mi alma. Se me cierran los ojos y se me abre el corazón para contemplar con nostalgia mis recuerdos guardados bajo llave. Olvido sin querer engaños, traiciones y desprecios. Surge una armonía entre mi cuerpo y mi entorno.
Pero entonces, apareces.
Cuando recupero la esperanza, la sonrisa y la confianza, apareces.
Y apareces para hundirme, para derribar mis ilusiones de nuevo y volverme a hacer sentir como el grano de arena que soy. Jamás controlé ninguna situación, y has tenido que mostrarte tú para que yo fuera consciente de ello. Me rompes, me destrozas, me deshaces.
Yo sólo quiero que te esfumes y que no dejes rastro ninguno, porque te echo de más a cada segundo que te veo.
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