domingo, 19 de febrero de 2012

Do it again, do it again.




Las personas nunca son lo que parecen.
Ni siquiera la más simple de las personas se revela tal y como es ante los demás. Nadie se conoce al 100% a sí mismo. En el fondo somos animales, y como animales que somos cuando nos dejamos llevar por nuestros instintos olvidamos lo que somos. Olvidamos que nunca hemos sabido lo que somos. 

Y en el fondo estamos esclavizados bajo el modelo de persona ideal que la sociedad nos impone. Vamos de liberales y tolerantes pero en el fondo es una mentira. ¡Qué cojones! Nos dicen que somos libres porque no podemos ver la jaula en la que nos tienen encerrados. Pero sólo si sabes mirar bien, si observas además de ver y si escuchas además de oir, puedes encontrar la forma de escapar de la esclavitud rutinaria.

Porque existe, bajo el mundo, el infierno de aquellos que esperan el cielo y el cielo de aquellos que esperan el infierno. Donde el fuego no quema, calienta. Donde no se ven ojos sin pestañas postizas, ni pies sin plataformas brillantes. Donde la vida es un camino hacia la muerte, porque nadie tiene miedo. El lugar que a aquel que se hace llamar normal haría llorar y gritar de terror. Pero sin embargo, para otros, es lo que la manzana a Eva. Tentación.

Fuera cadenas, fuera estereotipos. La escoria, la mierda de la sociedad. ¿Quién dijo que lo importante aquí no era pasarlo bien? Engaña y sé egoísta. No sufras cuando puedes hacer sufrir. Rompe corazones pero no dejes que te rompan el tuyo. Las personas nunca son lo que parecen. 


sábado, 18 de febrero de 2012

Maldita sea.

One, two, three.

No pienso dedicarte una entrada a ti. Esta entrada es mia, para mi, y por mi. Va dedicada a mi hipócrita estupidez y a mi tonta forma de huir del amor cuando lo tengo acechando a mis espaldas, esperando a que baje la guardia para atacar de nuevo.

Y entonces es cuando recuerdo quién soy y quién pretendo ser. Quién no pretendo ser. Que yo a veces no controlo mis sentimientos, y que al final todos nos enamoramos. Y cuando te enamoras lo comprendes. Quieres ser un pájaro libre, y puedes, pero los pájaros libres enamorados siempre vuelan con un dolor en el corazón.

Y sinceramente, puede que yo a ti no te aportase nada bueno. Porque tú eres tú y eres increíble. Pero quizás no lo sabes, y quizás estaría bien que alguien te lo recordase de vez en cuando. Que puedas levantarte por la mañana, mirarte en el espejo, dedicarte una sonrisa y sentirte orgulloso por lo que eres. Por quién eres. Y no por quién los demás quieren que seas.

Soy una mentirosa. Al final te he dedicado la entrada. ¿Por qué será que una simple sonrisa tuya puede mover montañas pero la más triste de mis lágrimas se pierde en el océano como una gota más?

YOU ARE MY SUNSHINE,
MY ONLY SUNSHINE.
YOU MAKE ME HAPPY
WHEN SKIES ARE GRAY.
YOU'LL NEVER KNOW DEAR
HOW MUCH I LOVE YOU.
PLEASE DON'T TAKE MY SUNSHINE AWAY.

viernes, 3 de febrero de 2012

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 Hoy quiero hablar del día en el que vuele y del día en el que muera sobre los escenarios.

Ya no es ese ansia por la libertad, ya no es eso. Es que sé cual es mi camino, sé dónde está, sé qué hay al final, pero no sé dónde empieza.
A los ojos de las personas cuerdas que intentan detenerme, no soy más que otra adolescente. A los ojos de otros adolescentes soy una loca. Y a los ojos de otros locos soy un ídolo. ¡Podéis llamarme copia! ¡Podéis llamarme original! Pero ninguno estará en lo cierto. Nadie lo está nunca.

Voy a confesar que tengo planeado huir sin más a Londres un día, cuando tenga 18 años, con algún amigo que sepa conducir al que habré convencido para hacer esa locura. Un Miércoles, por la mañana, a las 5 cuando los tímidos rayos de sol asoman levemente y el cielo es naranja, agarraré mis cosas y saldré por la ventana de mi cuarto. Habré dejado un disco en mi cama, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, y encima una nota en la que pondrá:
Cara A, canción Nº 6.

 Y es posible que alguno de los dos llore escuchando ese She's Leaving Home que tanto explicará la situación. Yo mientras tanto estaré en el coche de mi amigo, mirando desde mi ventana las nubes del cielo, esperando a ver a Lucy con sus diamantes, o simplemente que Lucy soy yo. Y después, a probar suerte allí en la capital inglesa. A pasar hambre hasta que ocurra.
¿Hasta que ocurra qué?
Ya veréis.
El caso es que sé que algún día estaré en lo alto. Creedme.