viernes, 3 de febrero de 2012

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 Hoy quiero hablar del día en el que vuele y del día en el que muera sobre los escenarios.

Ya no es ese ansia por la libertad, ya no es eso. Es que sé cual es mi camino, sé dónde está, sé qué hay al final, pero no sé dónde empieza.
A los ojos de las personas cuerdas que intentan detenerme, no soy más que otra adolescente. A los ojos de otros adolescentes soy una loca. Y a los ojos de otros locos soy un ídolo. ¡Podéis llamarme copia! ¡Podéis llamarme original! Pero ninguno estará en lo cierto. Nadie lo está nunca.

Voy a confesar que tengo planeado huir sin más a Londres un día, cuando tenga 18 años, con algún amigo que sepa conducir al que habré convencido para hacer esa locura. Un Miércoles, por la mañana, a las 5 cuando los tímidos rayos de sol asoman levemente y el cielo es naranja, agarraré mis cosas y saldré por la ventana de mi cuarto. Habré dejado un disco en mi cama, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, y encima una nota en la que pondrá:
Cara A, canción Nº 6.

 Y es posible que alguno de los dos llore escuchando ese She's Leaving Home que tanto explicará la situación. Yo mientras tanto estaré en el coche de mi amigo, mirando desde mi ventana las nubes del cielo, esperando a ver a Lucy con sus diamantes, o simplemente que Lucy soy yo. Y después, a probar suerte allí en la capital inglesa. A pasar hambre hasta que ocurra.
¿Hasta que ocurra qué?
Ya veréis.
El caso es que sé que algún día estaré en lo alto. Creedme.

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