martes, 14 de agosto de 2012

Una dolorosa despedida.

Recuerdo aquel día en el que apareció en mi vida, hace casi dos años, de una forma completamente aleatoria. Sería el destino, algo iba a hacer que nuestras vidas, ambas completamente diferentes, se conectaran. 
Y ya, al saber el motivo, me demostró que era una persona única. Una amiga única, que bajo el anonimato intentaba ayudar a la persona a la que amaba... o ama. El caso es que las cosas dieron la vuelta, y terminé amándolo yo también. 
Ella adora pensar que fue su culpa y sentirse mal, pensar que si jamás hubiera aparecido en mi vida yo jamás me hubiera enamorado de él. Y quizá sea cierto, pero me alegro mucho de haberme enamorado, porque ahora que todo ha pasado, es cuando me doy cuenta de lo mucho que he aprendido.
Y ahora que las cosas empiezan a irme bien, pensé que la tenía, pensé que ella iba a seguir ahí siempre.
Pero no es cierto.
Todo por un error mío, por no demostrarle lo mucho que me sirven sus consejos, lo mucho que la quiero y lo importante que es para mi. 
Comprendo su decisión, quizá sea mejor para las dos, pero voy a echar de menos a la anónima que me llamaba Capullito y un día decidió empezar a llamarme Florecilla, a la que aterrorizaba el pensar que podría descubrir su identidad y a la que se convirtió para mi en algo como una hermana mayor.
No sé si ella estará leyendo esto, pero ojalá que sí. 
Te vas sin saber el final de la historia, aunque tampoco es la tuya. Confío en que algún día, sin máscara, te encuentre dentro de unos años, y recordemos toda esta historia como una tontería adolescente. O no.
Te voy a echar muchísimo de menos, te quiero.
Adiós.

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