jueves, 15 de diciembre de 2011

And you didn't like school and you know you're nobody's fool.


Te engañan, nos engañan. Me engañan.
Me hago ilusiones, me hago creer que soy feliz cuando realmente eso que llaman felicidad podría tenerlo de no ser porque me lo esconden. Según ellos para que aprenda a que todo en la vida no es lo que nos gusta, o en otras palabras, tienen envidia de que yo tenga suficiente fuerza de voluntad para conseguir que todo me vaya como me gusta.
La puta adolescencia, esa edad en la que por fin puedes desarrollar una opinión propia pero no hay nadie que la escuche. O peor, la escuchan, y se ríen de ti.
No pienso entrar jamás en esa máquina a la que muchos llaman vida, y no pueden alejarse más de esa palabra. Vivir no es sinónimo de existir.
No quiero ser otra oveja más del rebaño, no quiero ser una abeja obrera que sirve a su reina.
Ya no hay Madrid, ya no hay nada, no estoy nada motivada. Y sinceramente, no me importaría estar bajo tierra. Pero mi consuelo, mi único consuelo, es que me quedan cuatro años, sólo cuatro años. Y seré libre, pero libre de verdad, del todo.
Riéndome desde mi propio mundo, de los que en el suyo, son sólo engranajes de la máquina.
Es triste que las únicas personas que me comprenden mejor que nadie, estén dentro de esos preciosos discos de vinilo negro, y que sólo pueden manifestarse cuando los hago girar y la aguja roza sus surcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario